No es lo que te dicen, es como te lo dicen

No es lo que te dicen, es como te lo dicen”, creo que muchas reconocemos esta frase con bastante facilidad e incluso hemos hecho uso de la misma en algunas ocasiones pero como esa frase puede adaptarse a nuestra vida laboral, pues muy sencillo dentro de un escenario laborar generalmente siempre va a existir una persona que se encuentre encargado de supervisar nuestro trabajo, o incluso somos nosotras quienes tenemos ese papel; eso conllevara siempre a situaciones en donde sea necesario un llamado de atención (personalmente prefiero llamarlo una orientación laboral) por algún error cometido dentro de las responsabilidades pautadas.

     Ahí es donde encaja perfectamente esa frase tan común, en el hecho de lograr diferenciar cuando un llamado de atención laboral está dentro de los estándares del respeto y donde sobrepasa a la violencia (sea verbal, psicológica o incluso física). ¿Cómo descubrimos esa diferencia?, muy sencillo podemos observarlo por el tono de voz empleado, las palabras utilizadas, el lenguaje corporal y el momento en el que sucede.

 Coloquemos un caso, si dentro de nuestro trabajo teníamos un conjunto de responsabilidades que por alguna razón incumplimos o simplemente la manera en que se realizó no era la que tu supervisor lo deseaba, entendemos que como seres humanos somos vulnerables a errar y en un ambiente laboral se espera un margen de error mínimo para que el trabajo sea fructífero. En ese caso lo más lógico, seria realizar un llamado de atención (en el caso de nosotras tener el rol del supervisor es lo prudente a realizar de igual forma), pero esa orientación laboral siempre debe estar dirigida a la mejora de la realización de los objetivos pautados, no es necesario el alzar la voz, no hay necesidad de menospreciar el trabajo de la otra persona, de humillarlo y mucho menos agredirlo.

 Si en algún momento en tu vida laboral, esa orientación laboral que debería darte tu supervisor sobrepaso los limites, bien sea porque hubo violencia verbal o porque simplemente comenzó a gritarte, mi recomendación principal es no te alteres generalmente las personas que tienen ese tipo de reacciones son personas que se dejan influenciar por sus emociones y no saben cómo manejarlas; es difícil lo sé, pero respira profundo y espera que se calme, de nada nos servirá alterarnos también, recuerda que las personas con temperamento débil y más si se encuentran en un puesto de poder buscaran manipularte, generalmente en estos casos lo harán con tu sueldo.

     Por eso es de suma importancia que mantengas la calma, ojo esto no significa que estés de acuerdo con la situación, pero debemos pensar con inteligencia. Cuando la persona se calme, es hora de hablar, no dejes pasar situaciones como esas, porque cuando permitimos una vez que esto suceda y no acotamos ni defendemos las razones por las cuales no nos sentimos cómodas, eso tiende a repetirse y nuestro lugar de trabajo no debería convertirse en un lugar de violencia.  No tengas miedo a hablar, nadie tiene derecho a humillarte ni violentarte, si observas que a pesar que ya conversaste con la persona que te hizo pasar por ese momento y la situación continua, mi recomendación es retírate, ningún sueldo vale tu tranquilidad ni tu integridad.

     Desde mi experiencia algo muy similar sucedió en mi anterior sitio de trabajo, mi jefe o mi supervisor como quieran llamarlo tenía un carácter sumamente controlador y explosivo, que a pesar de contratar un grupo de trabajo con funciones específicas, él quería llevar el mando de todo sin permitir que el equipo desarrollara las ideas o su trabajo a totalidad. Vale destacar que el equipo de trabajo estaba compuesto por mujeres jóvenes. Considerando esto, las humillaciones eran al principio casi irreconocibles pero fueron progresando hasta un punto que se volvieron insoportables, debo admitir que me quede dentro de esa organización por más tiempo del que debía (porque el pago era realmente bueno y no quería perderlo), y que preferí quedarme callada cuando debí hablar.

     Repetiré lo que dije anteriormente, ningún pago vale la pena tu tranquilidad, cuando lo que sucede en tu espacio laboral afecta directamente tu vida personal o tu integridad física, debes retirarte, siempre existirán mejores trabajos, y de las cosas negativas siempre crecemos, créanme si eso no hubiese pasado en mi vida, hoy no estaría escribiendo para este maravilloso blog, ni hubiese decidido ayudar a las mujeres jóvenes a empoderarse en su área laboral.

    Ahora mujer si eres tu quien desempeña ese rol supervisor, recuerda siempre que la cuestión no es llamar la atención o dejar pasar las cosas, a veces en el plano laboral será necesario decir a una persona que está equivocada o que no se están realizando las cosas como son, pero siempre hay maneras de decirlas sin necesidad de humillar o agredir a la otra persona. Sé que desde siempre nos han enseñado que debemos lucir muy fuertes y con un carácter inquebrantable cuando somos jefas porque si no tienden a pasarnos por encima, desde mi perspectiva no se trata de convertirnos en dóciles ni sumisas, se trata de dejar de ser jefas y convertirnos en LIDERES.

   Los líderes no viven recalcando los errores ajenos, los líderes ayudan a crecer a las personas en base a esos errores. Y mujeres, así no tengamos un puesto grande de trabajo seguimos siendo lideres desde cada rincón, lo que determina lo que eres no es tu puesto de trabajo, mucho tu menos tu sueldo, es como empleas tu conocimiento para hacer crecer a las personas a tu alrededor. No permitas que te quiten eso, no permitas que alguien con “poder” te robe tu luz, empodérate y brilla desde donde sea que estés. Recuerda que si tú hablas hoy y ayudas a detener estas situaciones, estas evitando que otra persona pase por lo mismo, tú tienes el poder de detener la violencia.

 

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Mariangeles Perez

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